
“Es arriesgado”, dijo la cartera.
“Es tonto”, dijo el estado bancario.
“Es lo que necesitas”, dijo mi corazón.
Aquí estamos—estoy—una vez más, con esta página, por puro amor al arte.
¿Por qué me haría esto a mí mismo? ¿Por qué empeñarme en un proyecto que ya falló dos veces y que ahora inicia desde más atrás? Como si con cada intento la meta se hiciera más lejana. La respuesta es simple pero profunda: porque lo necesito.
Lo necesito porque, diez años después, este sigue siendo uno de los proyectos más hermosos en los que he participado. No solo por su concepto, que ya es bastante bonito, sino porque a nivel humano me ha dado más que muchos otros trabajos. Este sitio, creado por estudiantes universitarios, fue una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido: aprendí, crecí, gané experiencia… y, curiosamente, ha sido de los mejores trabajos que he tenido, aunque de aquí no pudiera vivir.
Quizá ahora tampoco, pero esta vez lo hago por otra razón: para recuperar algo que me han intentado arrebatar en los diferentes lugares donde he trabajado. Libertad. Autonomía. Confianza en mí.
Escribir en internet es un acto arriesgado. Te expones a funas, doxeos y hate, sin mencionar el impacto que puede tener en la salud mental. Pero también es un acto de resistencia. Escribir es tender un puente, una forma de buscar la conexión humana en una era donde cada vez parece más difícil encontrarnos. Y en tiempos como estos, necesitamos más bastiones donde esa conexión sea bienvenida.
Así que aquí estoy, por tercera vez, ahora más personal que nunca. Con una página que amo desde su creación, con muchas ganas de escribir y, sobre todo, con la intención de compartir y sacudirme este peso abrumador de no estar llevando a ningún lado la gran gama de ideas que el contexto me permite desarrollar.
La cultura pop, la digitalidad y el entretenimiento suelen ser subestimados. Pero nos hacen pensar, reflexionar e imaginar un sinfín de futuros posibles. Incluso cuando ese futuro pinta gris, nos permiten, por un momento, unas horas o unos niveles, recordar que el mundo no tiene que ser solo lo que es. Que podemos transformarlo.
Por eso siempre me inclinaré a hablar de entretenimiento y cultura digital. Para entender un poco más este caos, para acariciarlo, sanarlo y, por qué no, olvidarlo, aunque sea por unos minutos.
Así que sin más palabras en la cámara (al menos por ahora), les doy la bienvenida, una vez más, a esta página. Por el momento solo me encontrarán a mí (boo o yay, ustedes deciden), pero cada palabra que lean aquí está escrita desde el corazón.
Prometo esforzarme por crear contenido de calidad. Ténganme paciencia.
Bienvenidos a este espacio. Hoy lo escribo yo, pero si todo sale bien, pronto podremos llamarlo nuestro.
— Emme